miércoles, 13 de noviembre de 2013

Emilio Prados. Poesía para comenzar




Como cada semana comenzamos nuestro taller de lectura con un poco de poesía: 
Hoy homenajeamos a Emilio Prados 




BIOGRAFÍA DE EMILIO PRADOS

Fue el acto que acabó dando nombre al más impresionante grupo de poetas que ha dado España.

Pero en esa fotografía no estaban todos. Entre otros, faltaba un muchacho malagueño, enfermizo, tímido y retraído, según cuentan: Emilio Prados. Sin él, el 27 hubiese sido otra cosa, porque probablemente  Litoral  no se hubiera convertido en una de las revistas catalizadoras del grupo. Verdaderamente, es una tremenda injusticia que Emilio no estuviese en Sevilla, que no saliese en la foto, como tampoco apareció en ella el otro baluarte de la revista, Manuel Altolaguirre. Y sería un buen desagravio que un diseñador avezado añadiese, aunque fuese en una esquinita del encuadre, los rostros de los dos poetas que tanto se desvelaron por el grupo y por sus obras. Pero, a falta de un montaje de Photoshop, es loable recordarlo.
En la década de los 30, el verso de Prados cambia y se tiñe de sonidos negros. El contacto con el Surrealismo, la situación política, la amistad con unos Alberti y Aleixandre volcados hacia la poesía impura, toda su realidad acaba llevándole cerca del abismo:

Después vendrá la Guerra Civil, el fracaso de las esperanzas y el exilio. Poco después de llegar a Veracruz, Emilio Prados compone uno de los más impresionantes poemas sobre los paraísos perdidos: “Primavera”.
Prados acaba adaptándose al que será su nuevo país, México, y con esa adaptación crece como poeta. Sin embargo, pese a que su verso se hace más íntimo, cerrado y hasta cierto punto hermético, de vez en cuando el olor de lo perdido se le aparece en forma de palabra o de almoraduj:

POEMA: "PRIMAVERA"
Cuando era primavera en España:
frente al mar, los espejos
rompían sus barandillas
y el jazmín agrandaba
su diminuta estrella,
hasta cumplir el límite
de su aroma en la noche.

Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
junto a la orilla de los ríos,
las grandes mariposas de la luna
fecundaban los cuerpos desnudos
de las muchachas
y los nardos crecían silencios
dentro del corazón
hasta taparnos la garganta.
Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
todas las playas convergían en un anillo
y el mar sonaba entonces,
como el ojo de un pez sobre la arena,
frente a un cielo más limpio
que la paz de una nave, sin viento, en su pupila.
Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
los olivos temblaban
adormecidos bajo la sangre azul del día,
mientras que el sol rodaba
desde la piel tan limpia de los toros,
al terrón en barbecho
recién movido por la lengua caliente de la azada
Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
los cerezos en flor
se clavaban de un golpe contra el sueño
y los labios crecían
como la espuma en celo de una aurora,
hasta dejarse nuestro cuerpo a su espalda,
igual que el agua humilde
de un arroyo que empieza.
Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
todos los hombres olvidaban su muerte
y se tendían confiados, juntos, sobre la tierra
hasta olvidarse el tiempo
y el corazón tan débil por el que ardían.
Cuando era primavera.

Cuando era primavera en España:
yo buscaba en el cielo.
yo buscaba
las huellas tan antiguas
de mis primeras lágrimas
y todas las estrellas levantaban mi cuerpo
siempre tendido en una misma arena,
al igual que el perfume, tan lento,
nocturno, de las magnolias.
Cuando era primavera.

Pero, ¡ay!, tan sólo
cuando era primavera en España.
Solamente en España,

antes, cuando era primavera.  

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