miércoles, 22 de enero de 2014

"Otra vez domingo". Biografía de Francisco García Pavón.




Para poder hacer un buen análisis de las obras literarias hay que conocer la vida y el momento histórico del autor. Aquí dejamos un post dedicado a la vida y obra de Francisco García Pavón.




BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Hijo de Francisco y de Isidora, nació en Tomelloso, provincia de Ciudad Real, España, el 24 de septiembre de 1919. Ese año ocupaba la alcaldía de la localidad un personaje verdaderamente singular, Don Francisco Carretero Cepeda, hombre ilustrado que cuenta “sus batalitas” a García Pavón, dando pie a la creación del personaje que en la ficción literaria sacará a Manuel González (Plinio) de los campos de vides para convertirlo en el jefe de la policía municipal de Tomelloso, forjándose así el personaje que protagonizará sus novelas policíacas. La figura de Carretero Cepeda aparece en las novelas El rapto de las Sabinas, Las hermanas coloradas y Una semana de lluvia.

        Su infancia constituye una parte muy importante en su biografía, como él mismo reconoce (De hecho, escribió multitud de cuentos referenciados exclusivamente a este periodo de su vida). Está marcada por dos figuras centrales: su madre y su abuelo.

      La madre padeció desde los siete años una dolencia cardiaca que le condujo a una muerte prematura a la edad de treinta años. Esa pérdida le creó un dolor insufrible, una carencia y un vacío desgarrador, que se reflejan en el otro tema remanente y obsesivo, junto al de la propia infancia, que aparece en todas sus obras: la muerte. Infancia y muerte son los polos dicotómicos de su realidad existencial.

       El Abuelo, Luis García Giner, era un liberal y republicano y, como García Pavón lo define, un amigo de sus amigos. De él mamó el talante liberal que impregna toda su obra, y que puede resumirse en esta máxima: “Piensa por ti mismo, sin dejarte influenciar por nada ni nadie”. Y en verdad que siguió a pies juntillas dicho imperativo, pues nunca permitió que ni la religión, las ideologías políticas, los dogmatismos, ni tan siquiera la represión policial socavaran sus más profundas convicciones y sus sólidos principios existenciales.

       De su abuelo aprendió también a considerar el valor de la amistad (tema que trata magníficamente en la novela El rapto de las Sabinas) y, sobre todo, a respetar los principios republicanos. Fue en el taller de muebles propiedad del abuelo, lugar en el que el pequeño García Pavón pasó muchas tardes después de salir del colegio. Se llamaba “El infierno” y  explica el nombre en Cuentos republicanos así: “Mi abuelo Luis fue el primero que llevó un motor de vapor al pueblo. Cansado de mover las máquinas de pie, la serradora, el torno y no sé qué otras, se trajo de Valencia aquella pequeña locomotora de la industria. Y las gentes, cuando pasaban por la portada de la fábrica, al oír el pistoneo, ver los vapores y el humo se decían: ¡Esto es un infierno! ¡Pues coño, “El infierno” se va a llamar! Y desde entonces, hasta que medio siglo después se vendió la finca, se leyó sobre la portada “EL INFIERNO, FÁBRICA DE MUEBLES Y DE CARPINTERÍA MECÁNICA DE LUIS GARCÍA GINER”.

     Realizó los estudios primarios en el colegio de La Reina Madre de Tomelloso y el bachillerato en el instituto público que en tiempos de la República se inauguró en la localidad. Él fue uno de los alumnos que lo estrenaron. En el instituto tuvo un profesor, Eduardo Díez del Corral, aficionado a la poesía, que le influyó. Según cuentan, en cierta ocasión ordenó a los alumnos un trabajo de creación poética, y García Pavón le entregó un poema titulado “Tierra negra”, que mereció este comentario: “No es muy bueno el poema, pero se ve que tienes vocación”. Sus palabras le animaron a considerar la posibilidad de dedicarse a la creación literaria. Siempre se ha dicho que García Pavón es un escritor de impulsos, de pálpitos, o sea, un narrador intuitivo, por lo que no es difícil imaginar el impacto positivo que tendría en él el elogio.

        La Guerra Civil le sorprendió en Tomelloso, que permaneció fiel a la causa republicana a lo largo de toda la contienda. Comentaba García Pavón que, al acabar, los nacionales entraron en Tomelloso y que sus habitantes les recibieron con vítores y con gran alegría. “Habéis tardado mucho” gritaba la muchedumbre, a lo que un mando de las tropas victoriosas respondió ufano: “Hemos venido por la gracia de Dios”. A nadie se le escapa que esta revelación es una más de sus humoradas, porque lo que pensaba realmente de las guerras es que eran una necesidad de los individuos humanos para poder destripar los terrenos de los contrarios y para poder robar los hollejos del amigo de al lado. Sea como fuere, el caso es que la irrupción de dicha guerra en su vida, cuando estaba a punto de iniciar los estudios universitarios, tuvo una gran incidencia en el devenir de su formación literaria. Él, junto con autores como Camilo José Cela y Carmen Laforet, se encuadra en ese grupo de escritores que se denomina “La Generación de la Guerra Civil”. Todos ellos soportaron el trauma de esta guerra, que de una manera u otra abortó sus expectativas creativas, por cuanto el aislamiento cultural al que se vieron abocados les privó del conocimiento de las nuevas corrientes de pensamiento y tendencias literarias que se desarrollaban en el resto del mundo. Prácticamente fueron autodidactas y, no pudiendo participar en las vanguardias del momento, se posicionaron en una suerte de realismo, que en el caso de García Pavón se dirigió hacia los temas rurales y costumbristas. 


AutorG Luego  va a Madrid, donde estudia Filosofía y Letras. Finalizada la carrera se traslada a Asturias a realizar las milicias universitarias. Vive en casa de una tía carnal. Según confesó García Pavón, esta experiencia le marcó para toda la vida. Llegó a afirmar que Asturias y, cómo no, La Mancha son los ámbitos geográficos que más le influenciaron. Allí escribió su obra Cerca de Oviedo, que publicó en una editorial madrileña con la financiación de su padre. Tuvo mucho éxito, y prueba de ello es que quedó finalista del Premio Nadal; aunque en Asturias no fue muy bien recibida porque en varios relatos de la obra se hablaba de Oviedo como de una ciudad de provincias que había perdido la importancia que tuvo desde la Reconquista encabezada por Don Pelayo.       

      A finales de los cuarenta vuelve a Tomelloso, en donde trabaja de archivero y bibliotecario durante unos años. Más tarde vuelve a Madrid. Allí trabaja como profesor en varios colegios privados (los Padres Escolapios, los Padres jesuitas). Columbra que puede dedicarse a escribir. Empiezan a publicarse sus primeros cuentos y posteriormente, en torno a 1969, las primeras entregas de la serie de Plinio. Toma parte en varias tertulias literarias, entre las que destaca la tertulia del Café Gijón, a la que asisten José García Nieto, Ramón de Garciasol, Rafael Morales, Gerardo Diego, Jesús Acacio, César Manrique, Jesús Juan Garcés, Juan Pérez Creus, Luis López Anglada, Manuel Álvarez Ortega, Eladio Cabañero, Antonio Buero Vallejo, Leopoldo De Luis, Antonio López Torres, Ignacio Aldecoa y Francisco Umbral, entre otros. Este último describe así a García Pavón: “era rubio y señorito, de ojos claros y cara melancólica, un poco sosa; aunque fácilmente se animaba de mueca y aspaviento, en un conversar también un poco cervantino, plástico y arcaizante. Francisco García Pavón insistía, por ademán y la vida, en su condición de señorito de pueblo, haciendo de ello una personalidad literaria…”.

       En Madrid dirigió la editorial Taurus, y tras doctorarse consiguió una cátedra en la Escuela de Arte Dramático. Escribió crítica teatral, principalmente en los periódicos “YA” y “ARRIBA”. En su carrera literaria destacan los siguientes reconocimientos: en 1969 Premio Nacional de la Crítica por El rapto de las Sabinas y el Nadal por Las hermanas coloradas;  y Finalista de este último, en 1945 por Cerca de Oviedo y en 1968 por El Reinado de Witiza.

         También obtuvo un gran éxito la serie televisiva que presentó los casos de Plinio, basados en sus novelas. En ella participaron las figuras más importantes del momento, así: el director Antonio Jiménez Rico, los guionistas Jose Luis García Sánchez y Jose Luis Garci, el músico Carmelo Bernaola, el fotógrafo Jose Luis Alcain, los actores Antonio Casal (en el papel de Plinio), Alonso Del Real (en el papel de Lotario), Antonio Gomero Y Antonio Vidal y las actrices María Isbert y Lola Lemos. Todo un lujo.

      Los últimos años de su vida fueron difíciles, debido a los graves problemas de salud que padeció: varias apoplejías y una enfermedad hepática que le llevó a la muerte. El también tomellosano Valentín Arteaga, poeta y sacerdote, de quien García Pavón afirmaba que era el único cura bueno que conocía, describió de esta forma los últimos instantes de su vida: “”Podía cortarse el silencio extraño de la casa. Paco García Pavón agoniza despacio. Veo su rostro, toco ligeramente su mano derecha, la de escribir, esta gloriosa mano suya apenas ya sin calor y explicándole ese instante irrepetible que La Mancha general de Tomelloso se emociona y tiembla conmigo... Me trató sumamente amable. Ahora en su lecho de moribundo, mientras musito una plegaria, noto sin poderlo apenas remediar un fuerte y poderoso acercamiento a sus sinos de terco escritor manchego que nos abandona este sábado del 18 de marzo de 1989, tan lenta y despiadadamente”.

        Su obra es amplia. Fue ensayista, articulista, cuentista y novelista. Es un escritor de estilo clásico, muy cervantino, que destaca por el humor y el retrato minucioso de ambientes y personajes.

Sus libros de cuentos son: Cuentos de mamá (1952), Cuentos republicanos (1961), Los liberales (1965), Los nacionales (1977) y El tren que no conduce nadie (1979). En ellos recoge recuerdos y semblanzas de su vida. Su primera novela fue Cerca de Oviedo (1945), un análisis malicioso de esa capital de provincias. También escribió una novela de ciencia ficción, La guerra de los dos mil años (1967). Aunque el grueso de su producción es la serie de novelas, entre costumbristas y policíacas, protagonizadas por Plinio, el jefe de la policía municipal de Tomelloso. Ésta es toda la producción de la serie: "De como el Quaque mató al hermano Folión y del curioso ardid que tuvo el guardia Pliniopara atraparle" (Revista Ateneo, 1953-relato), Los carros vacíos (Alfaguara, 1965 -novela corta), Historias de Plinio (Plaza y Janés, 1968 dos novelas cortas: El carnaval y El charco de sangre), El reinado de Witiza (Destino, 1968 -novela), El rapto de las sabinas (Destino, 1969 -novela), Las hermanas coloradas (Destino, 1970 –novela), Nuevas historias de Plinio (Destino, 1970 -ocho relatos), Una semana de lluvia (Destino, 1971 –novela), Vendimiario de Plinio (Destino, 1972 –novela), Voces en Ruidera (Destino, 1973 –novela), El último sábado (Destino, 1974 -diez relatos), Otra vez domingo (Sedmay, 1978 -novela), El caso mudo y otras historias de Plinio (Alce, 1980 -relatos), El hospital de los dormidos (Cátedra, 1981 –novela) y Cuentos de amor... vagamente (Destino, 1985 -incluye dos relatos de Plinio: "Pan caliente y vino fuerte, mi muerte" y "El roncador").

        Parece acertado determinar que las novelas de García Pavón representan la transición entre la modernidad, en este caso concretada en el género policíaco, y la tradición, reproducida en la realidad del agro manchego. Como asevera Colmeiro: “El misterio o caso policíaco es meramente el hilo central alrededor del cual se engarzan múltiples pequeñas historias y situaciones que constituyen la verdadera razón de ser de la obra. (…) Con esta fórmula García Pavón escribió ocho sólidas novelas de género, algunas de ellas excepcionales. Lo que se consigue con este corpus es la creación de una auténtica novela policíaca española, autóctona y original, ya que no se trata ni de la novela sajona (Doyle o Christie) ni de la negra norteamericana (Chandler o Hammett), en todo caso el policía manchego se parecería más a la novela sociológica de Simenon (Ibid.” (pp. 152-153). 


(De "Tertulia de la granja". Ponente: Joseba Molinero)



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