Para poder hacer un buen análisis de las obras literarias hay que conocer la vida y el momento histórico del autor. Aquí dejamos un post dedicado a la vida y obra de Francisco García Pavón.
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Hijo de
Francisco y de Isidora, nació en Tomelloso, provincia de Ciudad Real, España,
el 24 de septiembre de 1919. Ese año ocupaba la alcaldía de la localidad un
personaje verdaderamente singular, Don Francisco Carretero Cepeda, hombre
ilustrado que cuenta “sus batalitas” a García Pavón, dando pie a la creación
del personaje que en la ficción literaria sacará a Manuel González (Plinio) de
los campos de vides para convertirlo en el jefe de la policía municipal de
Tomelloso, forjándose así el personaje que protagonizará sus novelas
policíacas. La figura de Carretero Cepeda aparece en las novelas El rapto de
las Sabinas, Las hermanas coloradas y Una semana de lluvia.
Su infancia constituye una parte muy importante en su biografía,
como él mismo reconoce (De hecho, escribió multitud de cuentos referenciados
exclusivamente a este periodo de su vida). Está marcada por dos figuras
centrales: su madre y su abuelo.
La madre padeció desde los siete años una dolencia cardiaca
que le condujo a una muerte prematura a la edad de treinta años. Esa pérdida le
creó un dolor insufrible, una carencia y un vacío desgarrador, que se reflejan
en el otro tema remanente y obsesivo, junto al de la propia infancia, que
aparece en todas sus obras: la muerte. Infancia y muerte son los polos
dicotómicos de su realidad existencial.
El Abuelo, Luis García Giner, era un liberal y republicano
y, como García Pavón lo define, un amigo de sus amigos. De él mamó el talante
liberal que impregna toda su obra, y que puede resumirse en esta máxima:
“Piensa por ti mismo, sin dejarte influenciar por nada ni nadie”. Y en verdad
que siguió a pies juntillas dicho imperativo, pues nunca permitió que ni la
religión, las ideologías políticas, los dogmatismos, ni tan siquiera la
represión policial socavaran sus más profundas convicciones y sus sólidos
principios existenciales.
De su abuelo aprendió también a considerar el valor de la
amistad (tema que trata magníficamente en la novela El rapto de las Sabinas) y,
sobre todo, a respetar los principios republicanos. Fue en el taller de muebles
propiedad del abuelo, lugar en el que el pequeño García Pavón pasó muchas
tardes después de salir del colegio. Se llamaba “El infierno” y explica el nombre en Cuentos republicanos así: “Mi abuelo Luis fue el primero que llevó un motor de vapor al pueblo.
Cansado de mover las máquinas de pie, la serradora, el torno y no sé qué otras,
se trajo de Valencia aquella pequeña locomotora de la industria. Y las gentes,
cuando pasaban por la portada de la fábrica, al oír el pistoneo, ver los
vapores y el humo se decían: ¡Esto es un infierno! ¡Pues coño, “El infierno” se
va a llamar! Y desde entonces, hasta que medio siglo después se vendió la
finca, se leyó sobre la portada “EL INFIERNO, FÁBRICA DE MUEBLES Y DE
CARPINTERÍA MECÁNICA DE LUIS GARCÍA GINER”.
Realizó los estudios primarios en el colegio de La Reina Madre de
Tomelloso y el bachillerato en el instituto público que en tiempos de la República se inauguró en
la localidad. Él fue uno de los alumnos que lo estrenaron. En el instituto tuvo
un profesor, Eduardo Díez del Corral, aficionado a la poesía, que le influyó.
Según cuentan, en cierta ocasión ordenó a los alumnos un trabajo de creación
poética, y García Pavón le entregó un poema titulado “Tierra negra”, que
mereció este comentario: “No es muy bueno el poema, pero se ve que tienes
vocación”. Sus palabras le animaron a considerar la posibilidad de dedicarse a
la creación literaria. Siempre se ha dicho que García Pavón es un escritor de
impulsos, de pálpitos, o sea, un narrador intuitivo, por lo que no es difícil
imaginar el impacto positivo que tendría en él el elogio.
La
Guerra Civil le sorprendió en Tomelloso, que permaneció fiel
a la causa republicana a lo largo de toda la contienda. Comentaba García Pavón
que, al acabar, los nacionales entraron en Tomelloso y que sus habitantes les
recibieron con vítores y con gran alegría. “Habéis tardado mucho” gritaba la
muchedumbre, a lo que un mando de las tropas victoriosas respondió ufano:
“Hemos venido por la gracia de Dios”. A nadie se le escapa que esta revelación
es una más de sus humoradas, porque lo que pensaba realmente de las guerras es
que eran una necesidad de los individuos humanos para poder destripar los
terrenos de los contrarios y para poder robar los hollejos del amigo de al
lado. Sea como fuere, el caso es que la irrupción de dicha guerra en su vida,
cuando estaba a punto de iniciar los estudios universitarios, tuvo una gran
incidencia en el devenir de su formación literaria. Él, junto con autores como
Camilo José Cela y Carmen Laforet, se encuadra en ese grupo de escritores que
se denomina “La Generación
de la Guerra Civil”.
Todos ellos soportaron el trauma de esta guerra, que de una manera u otra
abortó sus expectativas creativas, por cuanto el aislamiento cultural al que se
vieron abocados les privó del conocimiento de las nuevas corrientes de
pensamiento y tendencias literarias que se desarrollaban en el resto del mundo.
Prácticamente fueron autodidactas y, no pudiendo participar en las vanguardias
del momento, se posicionaron en una suerte de realismo, que en el caso de
García Pavón se dirigió hacia los temas rurales y costumbristas.
Luego va a Madrid,
donde estudia Filosofía y Letras. Finalizada la carrera se traslada a Asturias
a realizar las milicias universitarias. Vive en casa de una tía carnal. Según
confesó García Pavón, esta experiencia le marcó para toda la vida. Llegó a
afirmar que Asturias y, cómo no, La
Mancha son los ámbitos geográficos que más le influenciaron.
Allí escribió su obra Cerca de Oviedo, que publicó en una editorial madrileña
con la financiación de su padre. Tuvo mucho éxito, y prueba de ello es que
quedó finalista del Premio Nadal; aunque en Asturias no fue muy bien recibida
porque en varios relatos de la obra se hablaba de Oviedo como de una ciudad de
provincias que había perdido la importancia que tuvo desde la Reconquista encabezada
por Don Pelayo.
A finales de los cuarenta vuelve a Tomelloso, en donde
trabaja de archivero y bibliotecario durante unos años. Más tarde vuelve a
Madrid. Allí trabaja como profesor en varios colegios privados (los Padres
Escolapios, los Padres jesuitas). Columbra que puede dedicarse a escribir.
Empiezan a publicarse sus primeros cuentos y posteriormente, en torno a 1969,
las primeras entregas de la serie de Plinio. Toma parte en varias tertulias
literarias, entre las que destaca la tertulia del Café Gijón, a la que asisten
José García Nieto, Ramón de Garciasol, Rafael Morales, Gerardo Diego, Jesús
Acacio, César Manrique, Jesús Juan Garcés, Juan Pérez Creus, Luis López
Anglada, Manuel Álvarez Ortega, Eladio Cabañero, Antonio Buero Vallejo,
Leopoldo De Luis, Antonio López Torres, Ignacio Aldecoa y Francisco Umbral,
entre otros. Este último describe así a García Pavón: “era rubio y señorito, de
ojos claros y cara melancólica, un poco sosa; aunque fácilmente se animaba de
mueca y aspaviento, en un conversar también un poco cervantino, plástico y
arcaizante. Francisco García Pavón insistía, por ademán y la vida, en su
condición de señorito de pueblo, haciendo de ello una personalidad literaria…”.
En Madrid dirigió la
editorial Taurus, y tras doctorarse consiguió una cátedra en la Escuela de Arte Dramático.
Escribió crítica teatral, principalmente en los periódicos “YA” y “ARRIBA”. En
su carrera literaria destacan los siguientes reconocimientos: en 1969 Premio
Nacional de la Crítica
por El rapto de las Sabinas y el Nadal por Las hermanas coloradas; y Finalista de este último, en 1945 por Cerca
de Oviedo y en 1968 por El Reinado de Witiza.
También obtuvo un gran éxito la serie televisiva que
presentó los casos de Plinio, basados en sus novelas. En ella participaron las
figuras más importantes del momento, así: el director Antonio Jiménez Rico, los
guionistas Jose Luis García Sánchez y Jose Luis Garci, el músico Carmelo
Bernaola, el fotógrafo Jose Luis Alcain, los actores Antonio Casal (en el papel
de Plinio), Alonso Del Real (en el papel de Lotario), Antonio Gomero Y Antonio
Vidal y las actrices María Isbert y Lola Lemos. Todo un lujo.
Los últimos años de su vida fueron difíciles, debido a los
graves problemas de salud que padeció: varias apoplejías y una enfermedad
hepática que le llevó a la muerte. El también tomellosano Valentín Arteaga,
poeta y sacerdote, de quien García Pavón afirmaba que era el único cura bueno
que conocía, describió de esta forma los últimos instantes de su vida: “”Podía
cortarse el silencio extraño de la casa. Paco García Pavón agoniza despacio.
Veo su rostro, toco ligeramente su mano derecha, la de escribir, esta gloriosa
mano suya apenas ya sin calor y explicándole ese instante irrepetible que La Mancha general de Tomelloso
se emociona y tiembla conmigo... Me trató sumamente amable. Ahora en su lecho
de moribundo, mientras musito una plegaria, noto sin poderlo apenas remediar un
fuerte y poderoso acercamiento a sus sinos de terco escritor manchego que nos
abandona este sábado del 18 de marzo de 1989, tan lenta y despiadadamente”.
Su obra es amplia. Fue ensayista, articulista, cuentista y
novelista. Es un escritor de estilo clásico, muy cervantino, que destaca por el
humor y el retrato minucioso de ambientes y personajes.
Sus libros de cuentos son: Cuentos de mamá (1952), Cuentos
republicanos (1961), Los liberales (1965), Los nacionales (1977) y El tren que
no conduce nadie (1979). En ellos recoge recuerdos y semblanzas de su vida. Su
primera novela fue Cerca de Oviedo (1945), un análisis malicioso de esa capital
de provincias. También escribió una novela de ciencia ficción, La guerra de los
dos mil años (1967). Aunque el grueso de su producción es la serie de novelas,
entre costumbristas y policíacas, protagonizadas por Plinio, el jefe de la
policía municipal de Tomelloso. Ésta es toda la producción de la serie: "De como el Quaque mató al hermano Folión y del curioso ardid que tuvo el guardia Pliniopara atraparle" (Revista Ateneo, 1953-relato), Los carros vacíos (Alfaguara,
1965 -novela corta), Historias de Plinio (Plaza y Janés, 1968 dos novelas
cortas: El carnaval y El charco de sangre), El reinado de Witiza (Destino, 1968
-novela), El rapto de las sabinas (Destino, 1969 -novela), Las hermanas
coloradas (Destino, 1970 –novela), Nuevas historias de Plinio (Destino, 1970
-ocho relatos), Una semana de lluvia (Destino, 1971 –novela), Vendimiario de
Plinio (Destino, 1972 –novela), Voces en Ruidera (Destino, 1973 –novela), El
último sábado (Destino, 1974 -diez relatos), Otra vez domingo (Sedmay, 1978
-novela), El caso mudo y otras historias de Plinio (Alce, 1980 -relatos), El
hospital de los dormidos (Cátedra, 1981 –novela) y Cuentos de amor... vagamente
(Destino, 1985 -incluye dos relatos de Plinio: "Pan caliente y vino fuerte, mi
muerte" y "El roncador").
Parece acertado determinar que las novelas de García Pavón
representan la transición entre la modernidad, en este caso concretada en el
género policíaco, y la tradición, reproducida en la realidad del agro manchego.
Como asevera Colmeiro: “El misterio o caso policíaco es meramente el hilo
central alrededor del cual se engarzan múltiples pequeñas historias y
situaciones que constituyen la verdadera razón de ser de la obra. (…) Con esta
fórmula García Pavón escribió ocho sólidas novelas de género, algunas de ellas
excepcionales. Lo que se consigue con este corpus es la creación de una
auténtica novela policíaca española, autóctona y original, ya que no se trata
ni de la novela sajona (Doyle o Christie) ni de la negra norteamericana
(Chandler o Hammett), en todo caso el policía manchego se parecería más a la
novela sociológica de Simenon (Ibid.” (pp. 152-153).
(De "Tertulia de la granja". Ponente: Joseba
Molinero)
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