miércoles, 10 de octubre de 2018

Primera lectura para "Pensar el futuro". Taller de pensamiento (2018/19)



Fco. Javier Espinosa
Facultad de Humanidades
Universidad de Castilla-La Mancha

I. Ejemplo: la política del resentimiento
¿A qué se debe el lenguaje del “y tú más”, el lenguaje de la inculpación, en la política?
Imagen recogida de aquí
¿Estamos más concentrados en el pasado que en el futuro?

II. Los peligros del pasado: ¿los muertos entierran a los vivos y el pasado mata el futuro?
1.  El pasado nos asedia. El peso de la memoria que se acrecienta a medida que los siglos pasan. Pareciera que el tiempo filtra los acontecimientos, pero es un filtro que, hecho historia, se obtura cada vez más. El tiempo no pasa, sino que se amontona y espesa; es una carga que, a la manera de un pecado, se hace cada vez más insoportable[1].
¿La memoria es un filtro obturado?
2. El culto al pasado: historiadores que hacen su trabajo como los anticuarios: recopilan el pasado de manera fragmentaria y están tan cerca del pasado, que no ven otra cosa. Igual que los anticuarios, piensan que todo lo que es antiguo y pertenece al pasado tiene valor y todo lo que es nuevo, no tiene valor. El historiador a fuerza de buscar en el pasado todo lo que podría explicar el presente, acabaría por admitir que nada nuevo existe bajo el sol: quedaría prisionero de sus investigaciones e impediría que nada nuevo sea creado. Se da una creencia de que el pasado se mueve hacia la situación de hoy, como si hubiera una conexión genética inexorable, como si no pudiera haber sido de otra manera, como si en el pasado estuviera prefijado in nuce el futuro.
¿Somos prisioneros del pasado cerrados al futuro?
3. El pasado como ya hecho: lo que nos enseña la postmodernidad es que la historia no está hecha, es siempre e inevitablemente una interpretación, la del que la narra; por lo tanto, el pasado se va haciendo en el presente de acuerdo con las interpretaciones de los diferentes narradores.
¿El pasado ya está hecho o sigue haciéndose?
4. ¿La Historia como ciencia objetiva?
Ser objetivo es considerar un acontecimiento en sus motivos y consecuencias de tal manera, con tal pureza, que ese acontecimiento no pueda tener ningún efecto sobre el sujeto[2].
¿O es que debería necesitarse una raza de eunucos como vigilantes del gran harén del mundo histórico? A éstos realmente les sienta muy bien la pura objetividad. ¡Si casi parece que su única tarea fuese la de vigilar y custodiar la historia para que sólo pudieran salir de ella historias, pero ningún acontecimiento, y evitar así que las personalidades llegasen a ser «libres»[3].

III. Amar el futuro
1. “Inocencia es el niño y un nuevo comienzo”[4]. ¿Para obrar es necesario olvidar el pasado?
2.  “Para amar la amistad no basta con llevar luto por el otro, uno debe amar el futuro. Y no hay mejor categoría para el futuro que la de “quizás”[5].

IV. Ejemplo: la política del resentimiento
El lenguaje de la inculpación de los debates políticos a menudo impide la discusión que pueda derivar en una acción colectiva, porque expresa un espíritu de resentimiento, incita a la defensividad y hace que las personas se centren más en sí mismas que en las relaciones sociales que deberían intentar cambiar[6].


[1] M. BENAVIDES, Filosofía de la historia, Barcelona, Síntesis, p. 443.
[2] M. BENAVIDES, o. cit., p. 453.
[3] NIETZSCHE, Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, ed. G. Cano, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, pp. 78-79.
[4] Así habló Zaratustra. De las tres transformaciones del espíritu.
[5] J. DERRIDA, Politics of Friendship, Londres, Verso, 1997, p. 29, citado en I. M. Young, Responsabilidad por la justicia, p. 128.

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