Como cada semana comenzamos nuestro taller de lectura con un poco de poesía:
Hoy dedicamos este espacio a la poesía de Juan Álvarez Gato. Con sus poemas "dime señora" y "Profanos"
ACERCAMIENTO AL POETA
(1440? – 1509)
El
linaje de los Gato se remonta a la conquista de Madrid por Alfonso VI, cuando
uno de los asaltantes a la muralla musulmana, arriesgó su vida, hincando la
daga por las junturas de las piedras, de tal manera que los del Real,
maravillados de su agilidad, difundieron que se asemejaba al felino, cambiando
en adelante él y sus sucesores en memoria de esta hazaña su antiguo apellido
por el de Gato. De este árbol genealógico es Juan Álvarez Gato, madrileño,
armado caballero por Juan II en el último año de su reinado (1453), ciñéndole
el Rey su propia espada, que Álvarez Gato dejó vinculada en su mayorazgo.
Sirvió con igual celo a Enrique IV, que se valió de él para sosegar las
diferencias entre la ciudad de Toledo y el Conde de Fuensalida. Conservaba el
favor de la corte en tiempo de la Reina Católica, de quien fue mayordomo.
Es
un poeta prerrenacentista, y el códice en el que se recoge su
poesía se divide
en dos partes (o bien en tres, según
autores), combinando los poemas profanos con los religiosos. No se conoce que
se ejercitase nunca en las estancias de arte mayor, pero en los versos cortos
mostró gran discreción y gentileza, principalmente en las coplas de pie
quebrado y en las quintillas, que tan adecuadas eran al culto discreteo de su
musa.
El
ayuntamiento de Madrid lo honró con el rótulo de una calle, aunque la memoria
ciudadana la conoce con la toponimia del “callejón del gato”, travesía peatonal
popularizada por Valle Inclán en “Luces de bohemia”. Se accede, desde la Puerta
del Sol, tomando Espoz y Mina y cruzando la de la Cruz a la altura de la Casa
del Abuelo. Tras transitarla en apenas cien metros, se llega a la Plaza de
Santa Ana. En verdad el Callejón del Gato sobresale, más que por Juan
álvarez, al tratarse del escenario en el
que Ramón del Valle Inclán descubrió un día lo que él denominó el Esperpento.
No tuvo más que fijarse cómo los transeúntes que pasaban por la calleja se
reían y se burlaban unos de otros, deformados sus cuerpos en los espejos
cóncavos y convexos, que una tienda de comienzos de siglo XX exhibía en el
exterior como reclamo ante los clientes.
(De “Menéndez y Pelayo virtual” y
“Madrid a fondo”)
POEMAS
"PROFANOS"
a.
Este libro va meitades
Hecho de lodo y de
oro:
La meitad es de
verdades,
La otra de
vanidades,
Porque yo mezquino
lloro;
Que cuando era mozo
potro,
Sin tener seso
ninguno,
El cuerpo quiso lo
uno,
Agora el alma lo
otro.
b.
Hoy mirándoos a
porfía,
Tal passión passé
por vos,
Que no escuché la
de Dios
Con la rabia de la
mía.
Los nudos que en
el cordón
Distes vos alegre
y leda,
Como nudos de
passión,
Vos los distes en
la seda,
Yo los di en el
corazón.
c.
Ganóme de tal
manera
vuestro valer y
virtud,
Que os otorgo,
aunque no quiera,
Carta firme y
valedera
De mi alma y mi
salud:
..............................
Ni me pueda
arrepentir
En ningún tiempo
jamás;
Y si con mucho
servir
Viere mi muerte
venir,
Entonces os quiera
más:
Ni pueda vevir sin
vos,
Ni faltaros en un
pelo,
Ni querer una ni
dos,
Ni decir que hay
otro Dios
En la tierra ni en
el cielo.
POEMA RELIGIOSO: DIME SEÑORA
Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.
Cuando ya sean publicados
mis tiempos en mal gastados
y todos cuantos pecados
yo mezquino cometí,
si te acordarás de mí.
En el siglo duradero
del juicio postrimero,
do por mi remedio espero
los dulces ruegos de ti,
si te acordarás de mí.
Cuando yo esté en la afrenta
de la muy estrecha cuenta
de cuantos bienes y renta
de tu Hijo recibí,
si te acordarás de mí.
Cuando mi alma cuitada,
temiendo ser condenada
de hallarse muy culpada
tendrá mil quejas de sí,
si te acordarás de mí.
Dime, Señora, di,
cuando parta de esta tierra,
si te acordarás de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario