Como cada semana comenzamos nuestro taller de lectura con un poco de poesía:
Hoy dedicamos este espacio a Federico Muelas, el poeta conquense por excelencia.
Federico Muelas |
Desde su
juventud, todavía incardinado en la ciudad conquense, mostró signos inequívocos
de una inquietud literaria y poética que habría de ser parte consustancial y
definitiva de toda su vida. Colaborador de periódicos y revistas, su nombre
aparece ya en La Gaceta Literaria del vanguardista Giménez Caballero y funda en
Cuenca, en 1935, la tertulia de "El Bergantín de la Vela Roja".
Durante la República y a través del programa de difusión cultural Misiones
Pedagógicas recorrió pueblos con su teatro de guiñol “La cometa” mientras
escribe incansablemente páginas que quedan inéditas, salvo las que encuentran
acogidas en los periódicos y revistas. Son especialmente significativos dos
artículos, de exaltado tono revolucionario, aparecidos en el semanario local
Heraldo de Cuenca, e igualmente significativa es su participación, en el tramo
final de la guerra civil, en el también semanario Cuenca Roja. Al término de la
contienda, fija su estancia en Madrid, abre farmacia en la calle Gravina,
ingresa como funcionario en el ministerio de Información y Turismo y entra ya
con firmeza en los ambientes literarios y empieza a conocer y tratar a la
práctica totalidad de figuras intelectuales de la época, como César González
Ruano, que intentará adscribirlo al grupo “Juventud creadora. Escribe en La estafeta
literaria, El Escorial, Vértice, Garcilaso (por ello, en un momento y durante
cierta época, se le pudo adscribir al grupo de los garcilasistas). También lo
hace en "Alforjas para la
Poesía", es conferenciante y juglar en juegos poéticos, hasta dar forma,
con Ángel Crespo y Gabino Alejando Carriedo a la revista El pájaro de paja, una
audaz propuesta vinculada a la vanguardista poética.
Influido
ideológicamente por las personalidades señeras del régimen, como Ernesto
Giménez Caballero o por otras cuyo pensamiento fue de enorme importancia en la
España de la postguerra (Ortega y Gasset), hizo moderada fe de profesión
falangista, con no disimulada vocación hacia la figura de José Antonio Primo de
Rivera, si bien es preciso señalar que nunca gozó de puesto alguno, político o
administrativo.
Dotado de una
singular capacidad para la expresión verbal, en las tertulias encontrará pronto
un singular acomodo. Además de participar en varias de las más conocidas
entonces, promueve una propia, en su botica, a la que denominó “El Ateneo” y a
la que asisten José García Nieto, Camilo José Cela, Rafael Sánchez Mazas, Pedro
Toral y otras figuras destacadas. Su actividad literaria incansable y
multiforme le lleva, en algunos casos como director o redactor jefe, a las revistas
Haz, Medina, Juventud, La Hora, Ediciones de Estudiantes Españoles, etc. Así
mismo, colabora en Radio Nacional de España aportando una lúcida visión de la
actividad literaria del momento.
Como
articulista su trabajo se desarrolló en multitud de medios informativos:
Arriba, medio centenar de colaboraciones en ABC, varios artículos en Pueblo,
otros en la desaparecida revista SP, lecturas en Radio Nacional de España,
colaboraciones en La Gaceta Literaria, Escorial, Vértice, La Vanguardia,
PuebloFotos, Blanco y Negro, Life, Oggi, Journal de Voyages y un casi
inagotable etcétera, en el que hay hacer un hueco de excepcional valor para sus
artículos publicados en Ofensiva-Diario de Cuenca, todos ellos sobre temas
conquenses, unos laudatorios, otros tremendamente imaginativos, muchos de ellos
con un fuerte contenido crítico, en defensa siempre del patrimonio cultural que
el escritor veía como fundamento esencial en la recuperación del dinamismo y el
futuro de Cuenca.
Estatua homenaje a Federico Muelas |
Conferenciante,
recitador, pregonero, recorrió media España (o quizá España entera) llevando
versos y palabras. Orador incontenible e incansable, era capaz de sostener él
sólo una tertulia, en la que podía aportar un verbo fluido e ingenioso,
anécdotas sin cuento y sabiduría a raudales, sin que faltara el puntillazo
divertido y en no pocas ocasiones malévolo, lo mismo sobre asuntos literarios
que sobre vidas ajenas.
Publicó sus
primeros libros en plena juventud (1934 a 1936), tarea que recuperó tras la
conclusión de la guerra con otros nuevos títulos, antes de introducir un largo
periodo sin publicar, enfrascado con entusiasmo en su labor de articulista de
periódicos o colaborador en revistas literarias. Dilata el momento de dar a la
imprenta su primera obra de esta nueva etapa. Al fin lo hace, en 1959, con
Apenas esto, que refleja la existencia de un poeta de hondo sentimiento y fácil
capacidad para la versificación. En adelante, alternará todos los géneros,
tanto en verso como en prosa, hasta concluir con una obra no excesivamente
prolífica ni homogénea, en la que se insertan varios títulos de enorme
brillantez.
Premio
Nacional de Guiones Cinematográficos en 1961 y Premio Nacional de Poesía en
1964 obtuvo además del Larragoiti (convocado por la Real Academia Española de
la Lengua), Doncel (de novela), Jauja (cuentos), Caja de Ahorros de Valladolid
(cuentos, 1962 por "El niño que tenía un vidrio verde"). En 1973, un
excelente documental, pocas veces visto, Cuenca en volandas, hace protagonista
a Federico como excepcional acompañante sobre la ciudad.
Hijo
Predilecto de Cuenca recibió el título honorífico de Cronista Oficial de la
Ciudad. Aunque murió en Madrid, el 25 de noviembre de 1974, su cuerpo fue
trasladado a Cuenca, para ser enterrado, como deseaba, en el cementerio de San
Isidro, para desde allí poder contemplar eternamente los farallones rocosos de
la Hoz del Júcar. La Diputación Provincial le concedió, a título póstumo, la
Medalla de Oro de la Provincia, por acuerdo adoptado el 28 de noviembre de
1974. Veinte años más tuvieron que pasar para que el ayuntamiento de Cuenca
aceptara poner su nombre a una calle. José Luis Muñoz, que fue el autor de la
propuesta, eligió la que en ese momento se llamaba Travesía de San Juan, es
decir, la que sube desde la plaza de Santo Domingo a la Puerta de San Juan.
Eligió esa calle por su proximidad a la Fuente del Escardillo, frente a la que
nació el poeta y por ser una calle en escalera, formada sólo por esos peldaños
por los que Cuenca huye fugitiva, según la feliz metáfora que acuñó Muelas.
Por su parte,
José Luis Perales le dedicó una de sus composiciones, Canción para un poeta
(1977), una evocación de la afición de Muelas por las campanas y sus sonidos, y
otro cantautor conquense, Juan Tierra, incluyó en su disco teniendo por fondo a
Cuenca (1988), tres poemas de Federico Muelas: Doncellita rubia, Villancico de
los dos boticarios y Yo, que soñándote vivo.
OLCADES. El
Portal de las Letras en Cuenca –
POEMA:
“ROMANCE DE LOS NOMBRES PIDIENDO PIEDRA”
Os pide,
calladamente,
la ancha
expectación del campo:
sotillos de
fronda trémula,
retajas de
pana y paño,
tesos de
cardenchas muertas,
berrocales en
rebaño,
manchas de
pinar,
encinas
empavonadas,
chaparros
mendigos,
chopos de
octubre místicamente incendiados,
caligrafías
menudas
de aguas
perdidas,
los trazos de
los ríos pendolistas,
olivos
arrodillados,
pardos
pueblos arrecidos,
laderas de
pueblos blancos
prolongando
en la llanada
su ancha
jugada de dados.
Piden el
crestón altivo,
el duro
quijal dentado,
garfas de
arraigada piedra,
torres de
orgullo en lo alto;
piden guardia
de castillos,
centinelas
desvelados
sobre los
pueblos, tan solos,
sobre los
huertos, tan mansos,
sobre los
surcos unánimes,
camineros,
esperando…
No fue el
tiempo ni el puñal de los hielos,
desgonzaron
sillares vuestra firmeza
resentimientos
villanos
contra lo
noble y lo bello,
contra lo
fuerte y lo alto.
No chilles,
Graja de Iniesta;
calla, Graja
de Campalvo;
no
preguntéis, es inútil,
por las
murallas de antaño.
Castillo de
Paravientos,
los vientos
te están buscando,
rudos bocados
del cierzo,
blandos besos
del solano.
¿Dónde
Torralba, la torre
que te dio
nombre galano
y en cuya
entraña Villena
descifraba
los arcanos?
El duro añil
de la cima
ayer para tu
bocado
morder no
puedes, Beteta,
con tus muros
desdentados.
¡Sólo un
sillar de la torre,
sólo uno te
pido, Huélamo,
para ofrendar
pedestal
al mejor
maestre de campo,
a la mejor
pica en Flandes,
Julián Romero
nombrado!
Acebrón,
quiero tu nombre
poner en un
campanario
y tañer hora
tras hora
su robusto
son pausado.
¡Ay, Castillo
de Albaráñez
nombre solo
en campo raso!
Roídos fueron
tus muros,
ni un sillar
para contarlo...
¡Y está Alvar
Fáñez pidiendo
estrofas de
cal y canto!
¡Puebla de
Almenara, llama
de tu limpio
nombre claro!
Para tu
lengua de lumbre
quiero el
torreón más alto...
¡Oh
Pentecostés heroica sobre el cerruño asombrado!
¡Todo es
inútil!
Los nombres,
gritan, piden...
Por los
campos de mi Cuenca,
las segures
implacables,
han talado el
alto soto
de torres que
los hechos levantaron.
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