Hoy nuestro recorrido literario por Cuenca nos lleva a la Espina vertebral del Casco Antiguo de Cuenca, de la mano de la Guía Histórico Legendaria de Benito Castejón
FIESTAS DE
SAN MATEO.
Fiestas de San Mateo |
En los días
20 y 21 de septiembre, se celebran una procesión y función religiosa desde
1581. Con asistencia del obispo y cabildo de la Catedral, se entrega el pendón
de Alfonso VIII al Ayuntamiento; lo recibe el concejal más joven bajo juramento
de devolverlo al día siguiente.
Actualmente, en este acto participan las peñas mateas.
Con este
motivo, en la plaza Mayor y calles próximas, se corren las "vaquillas
enmaromadas", que son guiadas a distancia por maromeros expertos.
En el Rincón
de Barreda se montan unos tenderetes donde se venden sabrosas sardinas asadas.
Se bebe abundantemente la "zurra" (gaseosa, vino blanco, azúcar y
frutas), que fomenta la alegría del ambiente.
CONVENTO
DE RELIGIOSAS JUSTINIANAS O DE SAN PEDRO.
Las
religiosas fueron fundadas por San Lorenzo Justiniano, primer Patriarca de
Venecia; son la rama femenina de los canónigos de San Jorge de Alga, de
Venecia, fundados por el mismo santo. A estas religiosas, el vulgo las llama
"Petras", por figurar en el escudo de la Orden las armas de la Santa
Sede (la tiara y las llaves, atributos de San Pedro).
A estas
monjas se las llamaba "canónicas o canonesas" y llevaban un hábito
muy solemne y de vistosos colores (hábito blanco con cola y escapulario azul).
En la
calle de PILARES (hoy Severo Catalina) las casas estaban estratificadas,
puestas las unas encima de las otras, y sostenidas por fuertes pilares de
piedra labrada; de aquí, el nombre de la calle.
Es una de las
más bellas plazuelas conquenses, con la “mujer del cántaro” en el centro, una
fuente escultura, obra de Martínez Bueno. Junto a la iglesia se halla la
barroca casa-palacio de los Cerdanés de Landa, cuyos antepasados intervinieron
en la conquista de Cuenca con Alfonso VIII.
Las gentes
tenían gran devoción a San Nicolás por considerarlo muy "milagrero".
Aún existe la costumbre de subir a esta iglesia para solicitar tres gracias al
santo en tres lunes consecutivos; de las tres gracias se concede una... si el
trayecto de ida y regreso se hace en silencio.
A esta plaza
acudió la gente amotinada en la noche del 6 de abril de 1776, para que don
Francisco Cerdán y Portillo se hiciera cargo de las llaves del Pósito Real.
Este declinó el ofrecimiento, y el "Tío Corujo" se hizo dueño de la
situación, dirigiendo a los amotinados en sus desmanes y tropelías.
Cabe destacar
en esta plaza dos olivos que sobreviven a las fuertes heladas invernales.
ARCO DE
SAN NICOLÁS.
Dice la
tradición, que esta casa es en donde vivió el escultor y cantero Jamete,
mientras trabajó en la construcción del arco de la catedral, que da paso al
claustro, y que lleva su nombre.
CALLE DE
SAN PEDRO.
La calle San
Pedro forma parte del eje viario más importante del centro
histórico, ayer como
hoy verdadera médula espinal del tráfico. El paseo por ella nos proporcionará
calidad ambiental y evocadora -casonas, portadas, escudos y rejas-.
Calle San Pedro |
Subiendo a la
derecha, encontramos las ruinas de la iglesia de San Pantaleón; únicamente se
conserva el arco ojival de entrada. Debió construirse en la primera mitad del
siglo XIII. Dentro del recinto se alza una escultura del artista conquense José
Barrios dedicada a Federico Muelas.
En esta calle
vivía la más rancia nobleza de la ciudad, como lo atestiguan los muchos
blasones que en ella se conservan:
Banda negra de los Sandovales
Escaques
(ajedrez) de los Alvarez de Toledo
Calderas Pacheco y Condulmario
Cruz de fuego de los Alarcón
Gavillas de los Centeno
Cometas,
Castillos y Calderas de los Barba
En esta calle
y en alguna otra de la ciudad se ven balcones en línea mixta (recta, curva,
recta), que vienen a ser como una reminiscencia del mizrab de las mezquitas
árabes.
Diego de
Paredes fue un valiente soldado de Isabel la Católica, que se distinguió por su
fuerza hercúlea en las guerras de Granada y de Italia.
En cierta
ocasión vino a Cuenca para ver a su novia; estando la noche muy avanzada, no
quiso que su novia tomase frío mientras hablaban a través de la reja y, para
evitarlo, arrancó la reja de un tirón y pasó adentro. A la mañana siguiente,
para evitar que malas lenguas pudieran manchar la honra de su novia, arrancó
todas las rejas de la calle "Alta'' (o de San Pedro) que estaban al
alcance de su mano.
El colegio
de los padres Jesuítas estaba donde actualmente se encuentra el aparcamiento
(antes el depósito de agua de la ciudad). Se fundó hacia 1572, y allí dio
clases el padre Luis Molina, natural de Cuenca y gran teólogo. Su nombre va
unido a la controversia sobre el concurso de Dios en los actos humanos.
En la fachada
campean los escudos de la época de la fundación. Entre otras obras de arte, su
iglesia contó con un monumental retablo mayor, para el que el artista
florentino Rómulo Cincinato pintó en 1572-1573 varios notables lienzos que hoy
se exponen en la Academia de San Fernando de Madrid.
CASA DE
LOS CONDES DE MAYORGA.(Al final de la calle San Pedro, a la izquierda.)
El escudo
mantelado nos da a conocer que allí vivió Gonzalo Enríquez,
hijo bastardo del
príncipe don Enrique de Trastamara.
Casa de los Condes de Mayorga |
Dicha casa
sufrió muchos deterioros durante la Guerra Civil, porque fue acuertelamiento de
milicias. Restablecida la paz, los condes de Mayorga la vendieron, y años más
tarde la compró el escritor César González Ruano con el producto de unos
artículos sobre Cuenca que le pagó el Ayuntamiento. Su número de teléfono era
el 1177, cifra que le concedió la Compañía telefónica en honor al año de
conquista de la ciudad.
Junto a esta
casa vemos una lápida con las armas de León y de Castilla, y la portada de una
ermita votiva, que Alfonso VIII mandó edificar en memoria del año de la
conquista de Cuenca.
La iglesia
de San Pedro, de planta octogonal, data de mediados del siglo XIV. En las luchas de 1448 entre los
Hurtado de Mendoza y el obispo don Lope Barrientos, la iglesia es convertida en
fortaleza; desde ella hostigan a los del castillo, y se defienden con ventaja
de los atacantes.
Iglesia de San Pedro |
En esta
parroquia había una cofradía, de la que formaban parte los cardadores y
peinadores de lana, y en los solemnes actos que celebraba el Tribunal de la
Inquisición, estos cofrades desempeñaban el oficio de "Soldados de la
Fe".
En uno de los
escalones de la entrada puede leerse un R. I. P (Requiescat in pace = Descanse
en paz) que señala el lugar donde fue enterrada la visionaria denominada
"La beata Isabel Herráiz de Villar del Águila", condenada por el
Tribunal de la Inquisición. Esa mujer hizo creer a muchos (incluso sacerdotes y
religiosos) que Cristo había consagrado su cuerpo y su sangre, y por eso le
tributaban a ella culto de adoración. Por este asunto, la Inquisición procesó y
encarceló a muchos. La beata Isabel murió en la cárcel antes de cumplirse en
ella la pena a que había sido condenada.
PLAZA DEL
TRABUCO.
Desde tiempos
de Juan II, los Hurtado de Mendoza, marqueses de
Cañete, llevaban el título de
Guardas Mayores de la ciudad y su castillo. En 1448, por enemistad con don
Alvaro de Luna, condestable de Castilla, don Diego Hurtado de Mendoza refuerza
la guarnición y hace frente a las órdenes del rey, que manda entregar el
castillo. La guerra se prolonga más de un año sin que logre conquistar la
ciudad defendida por el obispo don Lope Barrientos. Auxiliado don Diego por
Alfonso V de Aragón y Juan I de Navarra, desencadena un gran ataque contra la
calle de San Pedro y contra la iglesia, convertida en fortaleza; desde una
barricada, los conquenses rechazaban los ataques con valentía, mientras los del
castillo disparaban con una bombarda (cañón pedrero, que hacía más ruido que
daño). Los conquenses, amedrentados por tanto estruendo, decían a los del
castillo: "Tirad, tirad, que cuando dejéis el trabuco bajaremos
nosotros."
Plaza del Trabuco |
Desde
entonces, esta plaza es conocida con el nombre de "El Trabuco".
(NOTA: se ha
respetado al máximo el texto original; las únicas variaciones responden a su
adecuación al hecho actual. Para ello se ha tenido en cuenta diversas obras de
Pedro Miguel Ibáñez, como “Por tierras de Cuenca” y “La iglesia de la Virgen de
la luz y San Antón y el barroco conquense”)
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