Hoy nuestro recorrido literario por Cuenca nos lleva a la Zona de la Catedral de la mano de la Guía Histórico Legendaria de Benito Castejón
GUÍA HISTÓRICO LEGENDARIA (Benito Castejón)
Los llamados "Rascacielos" de la Hoz del Huecar |
En la plaza
Mayor han tenido la buena idea de dejar al descubierto la estructura de madera
de algunas casas "repristinadas". De esta manera se puede explicar el
desafío constante a la ley de la gravedad en las edificaciones de Cuenca.
CATEDRAL.
Se alza sobre
los restos de la antigua mezquita mora y es el monumento más importante de
Cuenca, pudiéndolo considerar una verdadera galería de arte, por lo que merece
una visita detallada. No obstante, es probable que el exterior decepciona al
experto. Ello se debe a las
consecuencias del derrumbe en 1902 de la torre del Giraldo: en el costado
norte, el que cierra con la calle de Julián romero o Ronda del Huécar, pueden
observarse los muñones y el solar que ocupaba la torre derruida; y en el
correspondiente al oeste, se alza la inconclusa fachada principal, neogótica,
que, conforme a la traza del arquitecto Vicente Lampérez, venía a sustituir a
la barroca con vestigios góticos que se desmontó con motivo del accidente. En
cambio, han llegado a nuestros días con más pureza las fachadas meridional y
oriental, esta última, sobre las rocas
de la hoz del Huécar.
Recién
conquistada la ciudad a los musulmanes, se inició su edificación a finales del
siglo XII. Con ella, Cuenca se inscribe en los círculos artísticos más
avanzados de la Europa
de su tiempo, ya que mientras que en la mayor parte de España se construye el
último románico, en esta pequeña ciudad recién cristianizada brota el máximo
refinamiento que puede aportar el "opus francige-num", con la primera
catedral verdaderamente gótica de nuestro país.
Catedral |
De ahí, que
se deba sepultar, en el osario de alguna capilla, la endeble teoría elaborada
por Lampérez hace casi un siglo, sobre la filiación "anglo-normanda"
que influyó en escritos no especializados, y que se atribuía al simple hecho de
que la esposa del rey Alfonso VIII, doña Leonor de Lancáster, era inglesa, y
que por ello se trajo en la comitiva, además de cortesanos y damas de compañía,
maestros canteros que enseñaron las técnicas del arte de la época.
La parte
central de la actual fachada, conforme al proyecto de lampérez, se halla
rematada con puerta y arco a "dos
tercios", y en sus extremos, encima
de las puertas ojivales estaba previsto el levantamiento de dos torres de 48 metros de altura.
la Catedral , y perdura la piadosa tradición de que el obispo San Julián (año 1197) habitó algunas dependencias de la planta baja: una inscripción latina da constancia del hecho.
El Palacio Episcopal
Se halla adosado a
Sufrió reformas y añadiduras en el transcurso de los siglos. Una de ellas se debió al obispo Pimentel en 1712 que hizo que se le practicase un revoco a la fachada principal. Familiares y amigos del prelado echaron en cara a éste la austeridad exigida en la ampliación del palacio, que no estaba de acuerdo ni con su alcurnia, ni con su condición de obispo; él, con dignidad, supo responder a estas recriminaciones mandando esculpir en la parte superior del arco de la puerta de entrada: "RELICTURO, SATIS" (para el que lo tiene que dejar, basta).
En época reciente, ya en el año 2001, y con motivo de una conservación del edificio, se vuelve a eliminar el revoco de Pimentel y aparece la sugestiva fachada gótica actual, con ventanales del siglo XIII, de los que destaca uno gótico con ornamentación de hojas de higuera, vid, nenúfares y otras especies. Así, puede considerarse este edificio como ejemplar significativo de la arquitectura civil española.
Encima del arco vemos el escudo del obispo Pimentel: conchas y barras. Las conchas (vieiras), símbolo de los peregrinos a Santiago, que nos afirma en su ascendencia gallega, y lo mismo dígase de las barras, que son el distintivo de los Castro, de Galicia.
CASA DE CURATO.
Su arquitectura es muy notable, especialmente la puerta de entrada y el patio interior, muy recogido y airoso.
En este edificio, hoy museo arqueológico, moraba don Fernando de Antequera, voluntariamente retirado en Cuenca, cuando recibió a los emisarios que venían a comunicarle la resolución del Compromiso de Caspe, por la que se le nombraba rey de Aragón.
En cierta ocasión fue nombrado cura párroco de Santiago (parroquia de la Catedral) un sacerdote de rancio abolengo familiar y muy celoso de su dignidad. La vivienda de los sacerdotes afectos a la Catedral (canónigos, beneficiados, párrocos, coadjutores) estaba en la calle de los Canónigos. A nuestro "cura" le pareció muy poco digna y exigua la vivienda que se le había asignado, y se negó a tomar posesión del "curato" de Santiago mientras no se le asignase una residencia a la medida de sus deseos. Tras muchas diligencias, obtuvieron la desafectada residencia de verano de los príncipes de Castilla.
Las exageradas pretensiones del nuevo cura de Santiago promovieron tal revuelo en el vecindario, que desde entonces, este antiquísimo edificio es conocido por la "casa de Curato".
(NOTA: se ha respetado al máximo el texto original;
las únicas variaciones responden a su adecuación al hecho actual. Para ello se
ha tenido en cuenta diversas obras de Pedro Miguel Ibáñez, como “Por tierras de
Cuenca” y “La iglesia de la Virgen de la luz y San Antón y el barroco
conquense”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario