Como cada semana comenzamos nuestro taller de lectura con un poco de poesía:
Esta semana leeremos a José Carlos de Luna.
ACERCAMIENTO AL POETA
Jose Carlos de Luna |
POESÍA: “EL
PIYAYO”
¿Tú conoces
al "Piyayo",
un viejecillo
renegro, reseco y chicuelo;
la mirada de
gallo
pendenciero
y hocico de
raposo
tiñoso...,
que pide
limosnas por "tangos"
y maldice
cantando "fandangos"
gangosos...?
¡A chufla lo
toma la gente,
y a mí me da
pena
y me causa un
respeto imponente!
Ata a su
cuerpo una guitarra,
que chilla
como una corneja
y zumba como
una chicharra
y tiene
arrumacos de vieja
pelleja.
Yo le he
visto cantando,
babeando
de rabia y de
vino,
bailando
con saltos
felinos,
tocando, a
zarpazos,
los acordes
de un viejo "tangazo":
Y el endeble
"Piyayo" jadea,
suda..., y
renquea,
y, a sus
contorsiones de ardilla,
hace son la
sucia calderilla.
¡A chufla lo
toma la gente!
A mí me da
pena
y me causa un
respeto imponente.
Es su extraño
arte
su cepo y su cruz,
su vida y su
luz,
su tabaco y
su aguardentillo...,
y su pan y el
de sus nietecillos;
"churumbeles"
con greñas de alambre
y panzas de
sapo,
que aúllan de
hambre
tiritando
bajo los harapos;
sin madre que
lave su roña;
sin padre que
"afane",
porque pena
una muerte en Santoña;
sin más
sombra que la del abuelo...
¡Poca sombra,
porque es tan chicuelo!
En El
Altozano
tiene un
cuchitril
-¡a las vigas
alcanza la mano!-,
y por lumbre
y por luz un candil.
Vacía sus
alforjas
-que son sus
bolsillos-.
Bostezando, los
siete chiquillos
se agrupan
riendo.
Y, entre
carantoñas, les va repartiendo
pan y pescao
frito
con la
parsimonia de un antiguo rito:
-¡Chavales!
¡Pan de flor
de harina!...
Mascarlo
despacio.
Mejó pan no
se come en palasio.
Y este
pescaíto, ¿no es na?
¡Sacao uno a
uno del fondo der má!
¡Gloria pura
é!
Las espinas
se comen tamié,
que tó es
alimento...
Así...,
despasito.
Muy
remascaíto.
¡No yores,
Manuela!
Tú no pués,
porque no tienes muelas.
¡Es tan
chiquitita
mi niña
bonita!...
Así
despasito.
Muy remascaíto,
migaja a
migaja -que dure-,
le van dando
fin
a los cinco
reales que costó el festín.
Luego, entre
guiñapos, durmiendo,
por matar el
frío, muy apiñaditos,
la Virgen
María contempla al "Piyayo"
riendo.
Y hay un
ángel rubio que besa la frente
de cada gitano
chiquito.
¡A chufla lo
toma la gente!...
¡A mí me da
pena
y me causa un
respeto imponente!
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