miércoles, 13 de enero de 2021

Tomás de Aquino.

 TEXTOS

Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino. Y esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la que puede llegar sólo la razón. Dice Isaías 64,4: ¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes preparado para los que te aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser conocido por el hombre para que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre, para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar por su exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola razón humana, también precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón humana, la verdad de Dios sería conocida por pocos, después de muchos análisis y con resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación. Así, pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue necesario que los hombres fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo ello se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la revelación 

TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología, 
I, c. 1, art. 1, trad. de José Martorell, 
Madrid, B.A.C., 2001, pp. 85 – 86; 
también se puede encontrar aquí

Imagen de recogida de aquí



Cap. III: Sobre lo que creemos de Dios hay un doble orden de verdades: hay ciertas verdades de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón humana, como es, por ejemplo, que Dios es uno y trino; hay otras que pueden ser alcanzadas por la razón natural, como la existencia y la unidad de Dios, etc, las que incluso demostraron los filósofos guiados por la luz natural de la razón.
Es evidentísima la existencia de verdades divinas que sobrepasan absolutamente la capacidad de la razón humana. El principio de toda ciencia que la razón puede tener de una cosa es la captación de su esencia […] Si el entendimiento humano conoce la esencia de una cosa, de la piedra, por ejemplo, o del triángulo, nada habrá en esa cosa que exceda la capacidad de la razón humana. Pero esto ciertamente no sucede con Dios. Porque el entendimiento humano no puede llegar de manera natural a conocer su esencia, ya que nuestro conocimiento en esta vida tiene su origen en los sentidos y, por lo tanto, lo que no se conoce por los sentidos no puede ser captado por el entendimiento humano, a no ser que se deduzca de estos datos que provienen de los sentidos. Pero los seres sensibles no tienen datos suficientes para conducirnos a ver en ellos lo que es la esencia divina, pues son efectos muy pequeños comparados por la potencia de la Causa, aunque nos pueden llevar sin esfuerzo al conocimiento de que Dios existe.
Cap. VII Aunque algunas verdades de la fe cristiana excedan la capacidad de la razón humana, no por eso las verdades racionales son contrarias a las verdades de fe. Lo que produce la razón es tan verdadero, que no hay posibilidad de pensar en su falsedad […] No hay posibilidad de que los principios racionales sean contrarios a la verdad de la fe.
[…] El funcionamiento de la razón ha sido infundido por Dios en nosotros, ya que Él es autor de nuestra naturaleza […] Luego todo lo que esté contra la razón está también contra la sabiduría divina […] En consecuencia las verdades que poseemos por revelación divina no pueden ser contrarias al conocimiento natural.
[…] Cualesquiera de los argumentos que se esgriman contra la enseñanza de la fe no pueden proceder rectamente del funcionamiento de la razón. No tienen fuerza demostrativa, sino que son razones sofísticas. Y esto da lugar a deshacerlos.

TOMÁS DE AQUINO, Suma contra Gentiles, 
I, lib. 1, caps. III y VII


ALGUNAS POSICIONES ACTUALES SOBRE LAS RELACIONES ENTRE RELIGIÓN Y RAZÓN
Rawls en El liberalismo político pide que los ciudadanos religiosos sean capaces de traducir las exigencias políticas que se derivan de su fe a un lenguaje neutro para que todos los demás puedan entenderlos y, si lo creen conveniente, apoyarlos. En definitiva, un hombre religioso, si quiere ser entendido y, por tanto, votado y apoyado en una sociedad democrática, tiene que hablar en un lenguaje que todos puedan entender. Por ejemplo, no se podría defender que el aborto debe ser penalizado porque va en contra de la Biblia, porque eso no lo puede entender y aceptar una persona que no cree en la Biblia y no la lee. Tendrá que argumentarlo quizá en que el aborto no hace felices a las que abortan, que va contra la naturaleza humana, que causa perjuicios a la sociedad…
Habermas
Los participantes que se expresan en un lenguaje religioso también tienen la pretensión de que sus conciudadanos laicos los tomen en serio. Por tanto, estos no tienen derecho a rehusar de antemano todo contenido racional a las contribuciones formuladas en un lenguaje religioso (Naturalismo y Religión, p. 12).
Habermas piensa que en las religiones hay contenidos muy interesantes que no están presentes en la vida de las modernas sociedades lacias, contenidos que pueden y deben ser traducidos a un lenguaje racional. Las religiones, para él, nos ayudan a pensar que lo que tenemos no es perfecto, y así nos impulsan al cambio y al progreso; también tienen una especial sensibilidad para con los seres humanos fallidos, para darles un sentido, para cuidarlos y tratarlos de una manera especial. Así, el ejemplo es mío, las constituciones de los países democráticos hablan de justicia, pero la religión, más allá de la justicia debida, hablaría de caridad y perdón para remediar ciertas situaciones humanas: concretando el ejemplo, lo que transforma a Jean Valjean, el protagonista de la célebre novela de Víctor Hugo, Los Miserables, y de un ser resentido lo convierte en una persona extraordinaria, no es la justicia y la cárcel, sino la caridad y la entrega, más allá de todo trato justo, del obispo Myriel.
El ciudadano laico no debe pensar que las religiones actuales son restos arcaizantes del mundo medieval y antiguo, que pronto desaparecerán, pues es imposible que haya un diálogo entre ciudadanos religiosos y ciudadanos no religiosos, si estos últimos piensan que las tradiciones religiosas son irracionales (NR 13). Lo que Habermas pide a los ciudadanos no religiosos es que traten con respeto a los hombres religiosos, que no piensen que la religión es un mero mito y superstición, y que crean que en la religión puede haber ideas y principios valiosos. Y que ayuden a traducir estas ideas y principios valiosos del lenguaje religioso a un lenguaje laico. La traducción sería más rica si cooperan personas de diferentes sensibilidades e ideas y estaría menos expuesta a los intereses de la traducción que hagan los hombres religiosos. Amin Maalouf dice en Identidades asesinas:
La sociedad occidental inventó la iglesia y la religión que necesitaba […] Toda la sociedad participó en ello, creyentes y no creyentes, y todos los que contribuyeron a la evolución de las mentalidades contribuyeron también a la evolución del cristianismo. Y seguirán haciéndolo, pues la historia continúa (pp. 76-77).
Pero la filosofía sólo se nutre de modo racional de la herencia religiosa si mantiene la distinción entre fe y saber y sigue pensando la revelación como algo que no es la razón. Sólo se puede traducir algo si se sigue manteniendo que es otro lenguaje. No se puede caer en la exaltación de pensar que la revelación es algo racional y en la extravagancia de querer utilizar, sin deslinde, el lenguaje religioso, dispensándose del rigor del pensamiento racional (NR 248). 

FRANCISCO JAVIER ESPINOSA, 
“La religión en la esfera pública. Habermas, 
Toland y Spinoza”, en Cuadernos del Seminario Spinoza, 22 (2008), pp. 4-11).

CUESTIONES 
1. ¿La religión es un mito supersticioso, resto arcaico del pasado, que solo tiene valor para que las gentes incultas, por amor al cielo y temor al infierno, cumplan unos mínimos morales?
2. ¿La religión puede tener algún valor para las personas no religiosas? 
3. ¿Hay cosas que la razón humana no puede ni podrá comprender y que las creencias religiosas a su manera expresan? ¿Pueden existir realidades que no podemos captar por los sentidos ni conocerlas racionalmente? 
4. ¿El ciudadano religioso puede despreciar la razón (según la religión, la razón la creó Dios al crear al hombre con su facultad de razón)? 
5. ¿La religión cristiana tiene derecho a influir en la política? ¿Los obispos tienen que ser tenidos en cuenta por el gobierno? ¿Las leyes deben tener en cuenta el punto de vista de la religión? 
6. Cuando hay un conflicto entre las leyes y la religión, ¿el ciudadano religioso a quién debe obedecer: a las leyes o a la religión? ¿Un ciudadano religioso siempre debe pensar que la vida política tiene que ajustarse a la verdad de su religión? 
7. ¿Tiene sentido que haya religión en las escuelas públicas?

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