Como cada semana comenzamos nuestro taller de lectura con un poco de poesía:
Hoy leeremos "El Bandoleón" de Mario Benedetti
(Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009).
Fue un
destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico, y, junto con Juan
Carlos Onetti, la figura más relevante de la literatura uruguaya de la segunda
mitad del siglo XX. En marzo de 2001 recibió el Premio Iberoamericano José
Martí en reconocimiento a toda su carrera.
Mario Benedetti |
En la obra de
Mario Benedetti pueden diferenciarse al menos dos periodos marcados por sus
circunstancias vitales, así como por los cambios sociales y políticos de
Uruguay y el resto de América Latina. En el primero, Benedetti desarrolló una
literatura realista de escasa experimentación formal, sobre el tema de la
burocracia pública, a la cual él mismo pertenecía, y el espíritu
pequeño-burgués que la anima. En el segundo periodo, sus obras se hicieron eco
de la angustia y la esperanza de amplios sectores sociales por encontrar
salidas socialistas a una América Latina subyugada por represiones militares.
Durante más de diez años, Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como
consecuencia de esta represión y su literatura se hizo formalmente más audaz.
En su obra
poética se vieron igualmente reflejadas las circunstancias políticas y
vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa.
(De “Biografías
y vidas”)
POEMA:
BANDONEÓN
Me jode
confesarlo
pero la vida
es también un bandoneón
hay quien
sostiene que lo toca dios
pero yo estoy
seguro de que es Troilo
ya que dios
apenas toca el arpa
y mal
fuere quien
fuere lo cierto es
que nos
estira en un solo ademán purísimo
y luego nos
reduce de a poco a casi nada
y claro nos
arranca confesiones
quejas que
son clamores
vértebras de
alegría
esperanzas
que vuelven
como los
hijos pródigos
y sobre todo
como los estribillos
me jode
confesarlo
porque lo cierto
es que hoy en día
pocos
quieren ser
tango
la natural
tendencia
es a ser
rumba o mambo o chachachá
o merengue o
bolero o tal vez casino
en último
caso valsecito o milonga
pasodoble
jamás
pero cuando
dios o Pichuco o quien sea
toma entre
sus manos la vida
y le sugiere
que llore o regocije
uno siente el
tremendo decoro de ser tango
y se deja
cantar y ni se acuerda
que allá
espera
el estuche.
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